El océano se ha degradado en el transcurso de nuestra vida, como se evidencia en el tamaño medio decreciente de los peces. Y, sin embargo, como Daniel Pauly nos muestra en el escenario de la Misión Azul, cada vez que cae el punto de partida lo tomamos como la nueva “normalidad”. ¿En qué momento dejamos de reajustar hacia abajo?
El océano experimenta cambios constantes y algunos se perciben menores o mayores de acuerdo con la escala de tiempo en la que son evaluados. La salud de los ecosistemas se ha visto afectada desde hace siglos debido al impacto humano y las poblaciones de peces han disminuido a consecuencia de la explotación pesquera. Los pescadores mayores recuerdan que antes los peces eran más grandes y más abundantes. Sin embargo los pescadores jóvenes que no tuvieron la oportunidad de ver lo mismo que ellos, no pueden imaginar cómo era antes y para ellos lo “normal” es lo que recuerdan cuando comenzaron a pescar. El punto de referencia que ambos tienen es distinto porque mientras que los pescadores mayores consideraban que ya había menos peces, los jóvenes lo veían normal y no notaban cambios drásticos respecto a lo que ellos conocieron.
La falta de información científica histórica sobre las pesquerías en México nos hace suponer erróneamente que los cambios que observamos en las poblaciones de peces no son tan grandes. Antes cuando se encontraba un pez grande la noticia pasaba desapercibida puesto que era más común encontrarlos. Ahora, este tipo de noticias se publican en periódicos y medios de comunicación debido a la rareza del suceso. Los pocos registros históricos que se han encontrado muestran evidencias de que ciertas especies de peces eran mucho más abundantes en el pasado de lo que se creía. Por ejemplo, en México, gracias a datos y registros históricos se ha documentado que la baya (Mycteroperca jordani) ha sido capturada en el Golfo de California desde mucho antes de lo que los registros pesqueros oficiales indican. La explotación ha tenido fuerte impacto en el tamaño de su población, al punto de considerarse ya como una especie en peligro crítico de extinción.
La degradación de los ecosistemas marinos no ha sido tan documentada como la de los ecosistemas terrestres, debido a la dificultad que implica realizar estudios en estos ambientes. Monitorear los cambios en las poblaciones de los recursos pesqueros tampoco es tarea sencilla. Y aunado a esto, los puntos de referencia en constante cambio, impiden conocer los cambios específicos que han conducido el declive de los ecosistemas. Este es el caso de los arrecifes de coral y por ello, diseñar estrategias de conservación para estos ecosistemas representa un gran reto hoy en día.
Existe un gran riesgo asociado al constante cambio de los puntos de referencia sobre el estado de los ecosistemas marinos y de las poblaciones de peces. La limitada noción que tenemos de los cambios en el océano se debe a la falta de información del pasado. Un mejor y más adecuado manejo de los recursos pesqueros implica la búsqueda e incorporación de datos históricos sobre la pesca en general. De igual forma, se requiere de más estudios científicos que incorporen el conocimiento tradicional de los pescadores de diferentes generaciones, edades y condiciones de vida, ya que son ellos quienes mejor conocen los recursos pesqueros y pueden aportar datos que no han sido registrados. De esta forma, se puede evitar caer en interpretaciones incorrectas sobre el estado de los recursos y los ecosistemas, y buscar estrategias de manejo más acertadas.